La iniciación Masónica y su relación con el hombre.

Capitulo VII
LA INICIACIÓN MASÓNICA
Y SU RELACIÓN CON EL HOMBRE
111. La Masonería es un hecho de la naturaleza y, siendo hecha por la naturaleza, se
repite cada día y sucede en el hombre.
Sus leyes son las mismas de cualquier religión y tienen por objeto el descubrimiento
del verdadero Ser interior y el conocimiento de sí mismo.
Pero lo mismo que sucedió con las religiones sucedió con la Masonería: sus adeptos
materializaron sus pensamientos para adorarlos en lugar de espiritualizar sus obras para
convertirse en dioses.
No negamos que los secretos esotéricos de las religiones y de la Masonería
actualmente son de todos, pero el verdadero misterio de ellas no se encuentra en los libros,
rituales o ceremonias sino en lo más íntimo del espíritu, en el Jardín del Edén, cuya puerta
está guardada y vigilada por el ángel de la espada flamígera. Los religiosos, los sacerdotes
de cualquier religión y los masones poseen los misterios a la manera de los camellos del
desierto que cargan el agua, no mueren de sed y, por el contrarío, corren buscando por
todas partes el líquido vital.
112. El símbolo es como el arte verdadero: no debe hablar jamás a los sentidos sino
excitar la imaginación. Desgraciadamente, el hombre de hoy tiene tan torpe imaginación
que no se anima a escudriñar nada, contentándose con adorar al ídolo que creó.
El objetivo de la Masonería es la investigación de la Verdad, pero semejante
investigación debe ser interior y subjetiva, aunque les pese a los masones que no creen en
eso. Decirnos que los símbolos son la alegoría de la verdad, pero no son la Verdad: sólo
expresan la simple imagen de la realidad de las cosas. El símbolo es el cuerpo físico de la
idea, mas para conocer la idea tenemos que sentirla y concebirla.
La finalidad de la Masonería es hacer que cada hombre se conozca a sí mismo y ese
conocimiento no consiste en estudiar anatomía aunque, a menudo, la magnificencia de esta
ciencia conduzca al hombre a la meditación del misterio.
“Yo soy el pan de la vida”, dijo el Divino Maestro. ¿Podremos creer que el pan, en
esa frase simbólica, es el que comemos diariamente y que quien lo coma vivirá
eternamente?.
113. Antiguamente, cuando el hombre no materializaba sus pensamientos, no tenía
necesidad de símbolos ni de alegorías. Hasta ahora algunos animales tienen,
instintivamente, la medición barométrica y sienten, con anticipación, la llegada de la
tempestad, mientras que el hombre debe recurrir al aparejo de sus investigaciones. Todo
ello sucedió cuando el hombre comenzó a creer solamente en los cinco sentidos y abandonó
la intuición subjetiva.
Así comprendemos que, en la Masonería, los símbolos tienen por objeto redescubrir
la luz que oculta el velo de los sentidos. Estos son necesarios, hasta cierto punto, porque
constituyen el cuerpo físico de la enseñanza, pero no debemos imaginar jamás que el
hombre viva solamente cuando está en su cuerpo físico.
Oportunamente explicaremos, en la medida de lo posible, el significado de cada
símbolo. Pero, como dijimos antes, la Masonería aparecerá como una repetición de las
leyes naturales en el hombre, según la máxima de Hermes: “Arriba como abajo”.
Masón o Francmasón
114. El término francmasón se deriva de phree messen, vocablos egipcios que
significan, para algunos autores, “hijo de la Luz” y, para otros, “libre constructor”.
En lenguaje masónico se conoce a Dios con el nombre de el Gran Arquitecto. Arqui
es una palabra griega que significa “sustancia primordial” o “primaria” y tekton,
constructor. Cuéntase que José, el padre de Jesús, era carpintero; sin embargo, la palabra
empleada en griego es tekton, es decir “constructor”, y mal puede traducirse por carpintero.
También se dice que Jesús fue tekton. De modo que el término francmasón significa o
“hijo de la Luz” o “constructor” que se esfuerza por construir el Templo y que debe velar y
orar mientras espera pacientemente que el fuego divino baje para consumir su ofrenda.
Sea que francmasón signifique “hijo de la Luz” o “constructor”, tales
denominaciones dignifican al hombre que las acepta, pero cabe preguntarnos cuántos
hombres que tienen el título de masón son dignos de ese nombre.

Fuente: Adoum Jorge.

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