Hipnos, Thanatos y las Moiras.

Hipnos y Thanatos

En la mitología griega, Hipnos (en griego Ύπνος Hypnos, ‘sueño’) era la personificación del sueño. Su madre era Nyx, la noche, que lo tuvo sin intervención masculina, aunque en alguna otra tradición su padre fue Érebo. Era hermano gemelo de Tánatos, la muerte no violenta. Su equivalente romano era Somnus. Vivía en palacio construido dentro de una gran cueva del lejano oeste donde el sol jamás llegaba, como tampoco lo hacían el gallo, que despertaba al resto del mundo, los gansos o los perros, de forma que Hipnos vivían siempre en una gran tranquilidad, paz y silencio. Por un lado de todo este curioso lugar pasaba Lete, el río del olvido, y a sus orillas crecían amapolas y otras plantas narcóticas que colaboraban junto con el suave murmullo de las lánguidas aguas del río a dormir.
En medio del palacio se encontraba un hermoso lecho de ébano rodeado de cortinas negras en el que reposaba Hipnos sobre blandas plumas con un sueño apacible plagado de historias. Su hijo Morfeo cuidaba de que nadie lo despertara. Hipnos también tuvo otros dos hijos llamados Iquelo y Fantaso. Hipnos podía dominar tanto a los dioses como a los mortales. Es representado como un joven que duerme sosteniendo en una mano una amapola. Hipnos era el dios del sueño, de la actividad de dormir, pero no de los ensueños, las historias que pasan por nuestra mente al dormir, lo cual está representado por Morfeo.

Endimión recibió de Hipnos el poder de dormir con los ojos abiertos, para poder así vigilar constantemente a su amada Selene (la primera representación de la Luna). Sus atributos incluyen un cuerno de opio inductor de sueño, un tallo de amapola, una rama de la que gotea el rocío del río Lete y una antorcha invertida. También era representado como un adolescente con dos alas en las sienes como las de las aves nocturnas, símbolo del vuelo silencioso que escapa a la percepción del que duerme.

En Esparta, la imagen de Hipnos siempre se situaba cerca de la muerte. Hypnos es junto con su hermano gemelo Tánatos, el sirviente más poderoso de Hades. Su carácter es más tranquilo, calculador y propio de un Dios, que el de su hermano y es más fuerte que este. Por otro lado, Tánatos (en griego Θάνατος Thánatos, ‘muerte’) era la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. La muerte violenta era el dominio de sus hermanas amantes de la sangre, las Keres, asiduas al campo de batalla. Su equivalente en la mitología romana era Mors.

Los dos hermanos, famosos por la rapidez de sus actos, recibieron el encargo de Zeus de transportar el cuerpo de su hijo Sarpedón (hijo de Zeus y Europa) hasta Licia, para que pudiera recibir de sus familiares la sepultura que merecía. El rey de los dioses había concedido a su hijo una vida que abarcaba tres generaciones, y que terminó cuando Sarpedón acudió a la guerra de Troya al frente de los licios, donde Patroclo le dio muerte. Entonces Zeus pidió a Apolo que purificara su sangre en un río, untara su cuerpo con ambrosía, le vistieran como un inmortal y fuera llevado rápidamente a su tierra, mandato que cumplieron Tánatos e Hipnos. Tánatos actuaba cumpliendo el destino que las Moiras dictaban para cada mortal.

Las Moiras

Las Moiras griegas son la personificación del destino o Anagké (son su equivalente al romano las Parcas). Si bien se las reconoce como hijas de Zeus y Temis, muchos autores afirman que son hijas de Nyx, lo que indicaba la oscuridad del destino humano en tal caso.

Eran tres:

Cloto es la más joven de las tres Moiras, y es quien hilaba las hebras de la vida con su rueca.

Láquesis es la segunda de las tres, y es quien determina el futuro de las personas. Es quien decide la longitud del hilo de cada una de las vidas humanas, y por consiguiente, la duración correspondiente de la vida de cada persona.
Átropos era la mayor de las tres Moiras, y quien elegía el mecanismo de muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus tijeras.

Actuaban juntas de la siguiente manera: La más joven, Cloto, preside el momento del nacimiento y lleva el ovillo de lana con el que va hilando el destino del nadio; la segunda, Láquesis, enrolla el hilo en un carrete y dirige el curso de la vida mientras que la anciana Átropos, toma del carrete el hilo de la vida, y lo corta con sus tijeras de oro, sin respetar la edad, riqueza, poder o cualquier otra prerrogativa, y así ésta llega inevitablemente a su fin.

 

Fuente: Noticiero Masónico Internacional del Perú.

Deja un comentario